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viernes, 16 de septiembre de 2011

Rumbo al Altar


Su respiración en mi espalda me quemaba y el ruido provocado por nuestros cuerpos pegados a la puerta corrompía cualquier mesura. Era inquietante pensar que alguien podía escucharnos y sorprendernos. Quizás el cura o el pingüino que deseoso me esperaba.   
 –Que miedo tan delicioso,  más no tanto como las ansias de ver la miel del placer resbalando por tus piernas y visitando cada poro. –me susurró entre gemidos.

Sus sentimientos  fueron expresados por latidos  y cada palabra bailaba en medio de su respiración, eso bastó, mis piernas quedaron repletas de humedad y destinadas a ser escurridas por los labios que finalmente sustituyeron a los latidos.

Más tarde entre sudor y nervios mostré una mueca de felicidad y las campanas anunciaron mi llegada. Luis me entregó a su primo y todo quedó en familia. 


1 comentario:

  1. wepale cuanta pasion. eso solo pasa cuando hay amor verdadero

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