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viernes, 16 de septiembre de 2011

El Placer de la Carne


Shakiubi se encuentra desubicada. Tiene hambre, quiere alimentarse de algo, de alguien…De repente mira aquel hombre encantador, vestido de forma extraña, piensa… se detiene… se pregunta -¿Por qué no se mueve? ¿Qué es lo que observa? ¿Podrá ser este el próximo?


Se acerca más al hombre, cada vez más y escucha sus sollozos. Se da cuenta que es el indicado, o al menos eso cree. Empieza a absorberlo, primero su mente y sus emociones. El hombre cae al suelo y ella lo sostiene, cuando intenta devorar su carne se da cuenta de su error, ha caído en la trampa y ahora sabrán donde hallarla. Lo ha devora y disfruta al hacerlo porque entiende que la aventura ha de comenzar ahora. Siente el placer, ese placer que la lleva a comer más y más. Sonríe mostrando sus afilados dientes cubiertos de sangre y trocillos de carne.


-Es hora de correr y de divertirse. – dice mientras se aleja dando saltos en su única y extraña “pierna”.


Han pasado 2 noches desde que devoró aquel hombre. Esta satisfecha hasta ahora y no siente miedo de ser encontrada por los Kabeirus, pero…


-¿Qué es ese ruido?. – Se pregunta mientras se escuchan leves pasos. Una voz la sorprende y le parece familiar.


– ¿Porqué te comes a esos pobres infelices? –dijo el hombre que acababa de entrar.


– Hasta que me encontraste rey de los Kabeirus,-expresó ella con aparente alegría.- Me los como solo porque siento placer al hacerlo, apreciar como se rompen sus tejidos al enterrar mis fuertes garras en sus cuerpos, sentir la vibración de sus huesos quebrantados en el entre abrir de mis dientes... ummmmm nada se le compara a eso.


Inesperadamente la luna alumbra el rostro del hombre que la acompaña , de piel rosácea y mirada estupefacta , con el semblante indignado la sostiene por la cintura y le dice –¿Segura que no hay ningún otro placer que se le asemeje?


Ella tiembla de deseo, siente que su cuerpo le exige que no se resista y con la misma energía que la rodea le dice -Amor de mi sangre, esta hambrienta y tonta alma ya no sabe lo que dice. Llegaste en el preciso instante para saciar el apetito que me invade.


Sin decir más palabras y entre besos y mordidas entierran sus garras en sus cuerpos hasta sangrar, ambos quedan sin aliento y ella permanece tirada en el suelo roñoso mientras él la observa completa y fríamente, se tiende encima de ella y le habla al oído.


-Desde aquel día en que me dejaste saborear tu carne, arrancar tu piel, tus extremidades casi completas, no he dejado de soñar con tu sabor, no he dejado de preguntarme que sabor tienen tus entrañas, tus senos voluminosos, tu hermosísimo rostro, quiero probar hasta la última gota de tu sangre. –Ella lo mira sonriente, con las manos ensangrentadas sostiene su rostro y le dice -Siento placer al comerlos sin sentir amor por ellos, ¿Qué sentiré al comerte a ti, a quien amo con locura?


Bajo aquel techo entreabierto, la noche dejó de ser negra para convertirse en roja, los feroces gritos de placer se escuchaban a lo lejos y allí quedaron los pedazos de sus cuerpos muertos… junto al placer de la carne.

Orgasmo Inconcluso

Te vi entrar por la ventana. La cortina movida por el viento no me permitía identificar tus ojos, tampoco tus labios, esos que deseaba tanto besar. Te acercaste lentamente a mi y observé tu rostro, eras tu, tan real. Me sedujiste con la mirada y yo ardía de pasión. Las manos me sudaban, suplicaban sentir tu piel, sentir ese roce que me llevaría a la gloria. Te tenia cerca, muy cerca, tan cerca, hasta que... desperté.

Mariposa sin Alas


Inspirado en: Minerva Mirabal y sus hermanas. 


Justo en el momento en que vio el moretón de su ojo reflejado en la nitidez de aquel lago, sintió que anhelaba volar, abrió sus alas para intentarlo antes de que la fría llovizna la empapara, pero en el fondo de su esperanzadora voluntad, sabía que era un sueño. Su sueño y el de otros tantos pueblerinos hartos de ahogar en llanto a sus muertos. 
Sus escudos, los ultrajes; la tortura, su armadura. Era luchar o morir. La segunda opción no estaba entre sus planes, pero si en los de su verdugo. 
Volar era su sueño…mas con soñar no resolvería nada.

La Otra…soy yo



Se acerca a mí y provoca mi inconsciencia
me observa, me desvela, ¿me descubre?
es la otra, la que sueña a ser flor sin olvidar 
que tiene espinas la otra que me persigue,
 la que detesta ver nieve y no lluvia en mis ojos.

Se acerca más a mí y me hace sentir tan débil
 Me insiste, me fatiga, ¿me consuela?
 Es la otra, la que pinta de verde el cielo para mostrarme esperanza
la otra que me estremece,
 la que me odia y me ilumina, me ama y me maldice

¡Sonrío! Un baile de contracciones en mis labios, al escuchar los chillidos de los besos que se dan entre las rocas y el mar. Solo la otra sonreía ante tal magnificencia, es la otra, la que con un suspiro convierte una condena en libertad.  Está cerca…muy cerca.

Se acerca tanto a mí y los lirios en mi piel renacen
Me desnuda, me refleja, ¡me salva!
Se acerca en la madrugada tras el cristal de mis ojos
amputando  lo que queda de quien ya no seré más
 Ya no es la otra, ahora soy yo. 







Rumbo al Altar


Su respiración en mi espalda me quemaba y el ruido provocado por nuestros cuerpos pegados a la puerta corrompía cualquier mesura. Era inquietante pensar que alguien podía escucharnos y sorprendernos. Quizás el cura o el pingüino que deseoso me esperaba.   
 –Que miedo tan delicioso,  más no tanto como las ansias de ver la miel del placer resbalando por tus piernas y visitando cada poro. –me susurró entre gemidos.

Sus sentimientos  fueron expresados por latidos  y cada palabra bailaba en medio de su respiración, eso bastó, mis piernas quedaron repletas de humedad y destinadas a ser escurridas por los labios que finalmente sustituyeron a los latidos.

Más tarde entre sudor y nervios mostré una mueca de felicidad y las campanas anunciaron mi llegada. Luis me entregó a su primo y todo quedó en familia.